Por: Isabel Cristina Gómez Bustamante
Hace un par de semanas el columnista de El Espectador, Jorge Eduardo Espinosa, publicó un artículo de opinión titulado: La mediocridad y el periodismo, en el que expone claramente su crítica sobre el periodismo actual. Deja mucho por pensar y reflexionar para las nuevas generaciones que tienen el deber de informar, entretener y educar poniendo en práctica siempre los principios éticos del periodismo: veracidad, imparcialidad, responsabilidad y transparencia.
Aunque sus argumentos son un poco fuertes, encajan perfectamente por estos días ya que varios escándalos han envuelto a profesionales de este medio.
Uno de esos fue el caso de la ex editora internacional de El Colombiano, Diana Carolina Jiménez Bermúdez, quien publicó un artículo en el que explicaba la crisis que tenía en vilo a los musulmanes, artículo que fue copiado casi textualmente del periodista John Harney del New York Times.
Unas simples comillas o una pequeña cita le hubiera ahorrado muchos dolores de cabeza a esta editora, quien después del plagio tuvo que abandonar las oficinas de este conocido medio de comunicación de la ciudad.
Lo paradójico del cuento es que Carolina es docente del pregrado de Comunicación Social y periodismo de la Universidad Pontificia Bolivariana, mi pregunta es, ¿con qué criterio les enseña a los estudiantes a ser buenos periodistas y a tener presente la ética en el oficio?
Y es que si hablamos de ética, no podemos dejar pasar el escándalo que ocurrió al difundirse un video en redes sociales en el que un director de una emisora juvenil de Medellín se gozaba a una joven refiriéndose a ella como rodilli junta pati apartada.
Lo curioso del episodio es que una vez más se ratifica el auge y el posicionamiento que han ido adquiriendo las redes sociales. El boom fue tanto que hasta medios nacionales contaban la noticia y el director supuestamente renunció por la presión.
Cabe entonces reflexionar sobre el deber que tienen no solo las facultades de Comunicación Social y Periodismo sino también los estudiantes al estar frente a un micrófono, una cámara o una hoja en blanco.
La ética es esencial en este oficio pero muchas veces se ve afectada por los mismos medios que adhieren al periodista a la inmediatez, pues es más importante ser los primeros en publicar la chiva que los mejores en contar la historia.
El periodista debe manejar su criterio en este país donde los medios están controlados económica y políticamente por pequeños sectores quienes muchas veces exigen que publiquen verdades a medias y mentiras por conveniencia.
Este es el país del Divino niño, pero así como lo decía Gabriel García Márquez a pesar de todo: el periodismo es el mejor oficio del mundo.
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